Todos estamos de acuerdo en que vivimos en una sociedad totalmente tecnificada. Nuestro día a día, nuestras vidas, nuestros trabajos y nuestro tiempo libre están rodeados de tecnología, miremos donde miremos.
En este ambiente tecnológico, impensable hace escasamente treinta años, son cada vez más las voces que se levantan preocupadas por la seguridad en el uso de la tecnología. No en vano, las brechas de seguridad, los fraudes y los funcionamientos indeseados de las TIC se estima que costarán mundialmente alrededor de 2 Billones (con B, sí) de euros en 2019. En este sentido parece haber un consenso general.
La otra cara de la seguridad en el uso de las TIC es la del mal uso o el uso malintencionado de las mismas. El fraude y el ciberacoso son los principales problemas de esta cara oscura de las tecnologías. Y si hablamos del ámbito escolar, tenemos que fijarnos especialmente en el ciberacoso y el acceso y distribución de información potencialmente peligrosa para los menores. Esta es la mayor preocupación en ambientes educativos y familiares, y no sin razón.
Según la Fundación ANAR (www.anar.org), alrededor de un 10% del total de alumnos sufren acoso, de los cuales alrededor de una cuarta parte es ciberacoso. Y lejos de esperar que pueda disminuir esta vía de acoso, podemos esperar que tome prevalencia sobre el acoso “tradicional”. Según el estudio Riesgos y usos problemáticos de Internet en adolescentes el 83% de los adolescentes de entre 13 y 14 años dispone de móvil y entre los niños de 9 años el porcentaje es del 24%. Y la cifra sigue creciendo.
Según nuestro punto de vista, el debate de si debemos dar o no tecnología a los menores, debe acabarse. Estamos debatiendo sobre algo que ya hemos hecho. Nuestros hijos ya tienen esa tecnología o acceso libre a ella. El problema ya está aquí pero nadie parece querer mirar debajo de la cama. Estamos discutiendo si el monstruo es peludo o de dientes afilados, si debemos mirar por la derecha o por la izquierda o si hay que encender la luz o la linterna.
El monstruo ya está aquí. Y hay que controlarlo, para empezar.
El miedo que nos atenaza está provocando que ralenticemos la implantación de las TIC en las aulas. Y no hablamos de pizarras interactivas. Hablamos de ordenadores, tablets, móviles, WiFi, redes sociales… Todo eso que nos aterra que descubran nuestros hijos en la escuela pero que en casa lo tienen al alcance de la mano. Paremos ese debate y demos los pasos hacia adelante.
Los problemas se irán solucionando según aparezcan y, de hecho, hay soluciones creadas para esos problemas. El contenido sexual o violento, el ciberacoso, el intercambio de fotografías entre alumnos es algo que nos aterra pero que se puede controlar con herramientas que existen pensadas por y para esa población. El debate no debe ser si aprovechamos o no la potencia de usar las TIC sin cortapisas, sino qué herramientas y qué protocolos vamos a usar para hacerlas seguras.
Si nos quedamos atrás en esto, nos quedaremos atrás en la revolución tecnológica en la que estamos inmersos: Inteligencia Artificial, Robótica, Big Data o Domótica. Si en nuestras escuelas no conviven en un ecosistema global alumno-TIC, volveremos a estar a remolque del resto de los países industrializados: Alemania, Francia, Suecia, Canadá, Noruega, EEUU… No podremos pedir a nuestros graduados que sepan o tengan vocaciones sobre materias que les han sido vetadas por “su seguridad”, por precaución, por miedo.
Sumerjámonos en el mar de las TIC, con seguridad, con precaución, con conciencia y con perspectiva, pero sumerjámonos. Si queremos pescar, tendremos que mojarnos.
Y no se preocupen, porque que hay muchos profesionales pensando soluciones para sus hijos. Estos profesionales TIC, junto con los educadores y los padres estarán ahí para protegerlos. Padres que, por cierto, son la parte más importante de esta ecuación y sin los cuales nada de esto será posible con seguridad.
Dicho todo esto, y para complementar lo expuesto, con ocasión de la publicación por parte de la fundación ANAR del “III informe sobre acoso escolar y Ciberbullying según los afectados”, entrevistamos a Rubén Pozuelo, consultor experto en el sector TIC/Digital, con amplia trayectoria en tecnologías de control parental. La entrevista gira alrededor de una serie de cuestiones de gran interés en torno a la problemática del ciberacoso y de cómo el Proyecto Virtual Bodyguard (vB!:-), iniciativa de Integra Información y Comunicación, S.L. (Integra) para educar y proteger al menor en el uso de los dispositivos conectados (móviles, tabletas, etc.), responde a dicha problemática.
P. ¿Cómo se posiciona Integra Información y Comunicación con (vB!:-) para dar soluciones a los retos de acoso según ANAR?
R. Sin duda alguna, Virtual Bodyguard responde perfectamente a los retos del acoso, en un momento en el que el ciberacoso como casuística particular dentro del acoso escolar se trata ya como un problema diferenciado, lo cual está generando una intensa concienciación entre los miembros de la comunidad educativa.
En concreto, Virtual Bodyguard ofrece un mensaje positivo de apoyo a la comunidad educativa en el sentido de que ofrece varios niveles de protección:
- Nivel 1: un servicio de bloqueo de contenidos no recomendables y de orientación continua en el uso correcto del terminal, en su versión de monitorización más básica: (vB!:-) estándar.
- Nivel 2: un servicio de detección temprana de ciberacoso y de conductas potencialmente autodestructivas relacionadas con dicho acoso (o no), y de aviso al tutor (comunicación de incidencias): (vB!:-) Plus
- Nivel 3: En la cúspide, un servicio de monitorización avanzada en relación a las situaciones de acoso y otras conductas que puedan poner en peligro al menor con asistencia y asesoramiento profesional: (vB!:-) Premium
P. ¿Cómo se diferencia (vB!:-) frente a la competencia?
R. (vB!:-) extiende el ámbito de educación de los controles parentales clásicos a aplicaciones de mensajería y de redes sociales. En un contexto dónde, según ANAR, en el 92,6% de los casos, el teléfono móvil es el principal dispositivo a través del cual los menores ejercen el ciberacoso, ya sea mediante el envío de mensajes de WhatsApp (76,0%) o a través de las redes sociales (48,0%), esta capacidad de (vB!:-) marca la diferencia con cualquier otra solución en el mercado.
P. En términos de volumen, ¿cuál es el universo objetivo de una solución como (vB!:-)?
R. La prevalencia del ciberacoso en España se mantiene en tasas estables del 10-15% durante los últimos 10 años, según datos de la Universidad Internacional de Valencia. Se entiende la prevalencia como el conjunto de individuos involucrados en el fenómeno del acoso o ciberacoso, esto es, tanto víctimas, autores, como espectadores.
Por tanto el universo potencial de uso de la solución de nivel 1 es el 100% del alumnado a partir de la edad en la que empiezan a usar un terminal móvil, 11 años aproximadamente, es decir aproximadamente el 50% de la población estudiantil total, 3,5 millones según los datos que manejamos. Sin embargo, para las soluciones de niveles 2 y 3 el espectro de uso se reduce considerablemente, siendo requerido tan solo por un 10% – 15% de esa población, es decir, por entre 350.000 y 525.000 jóvenes.
P. Y, finalmente, ¿Cuál se espera que sea la evolución a futuro de las estadísticas de ciberacoso?
R. Creo que en la medida en que se generalice la educación en las Nuevas Tecnologías debería disminuir la necesidad de soluciones drásticas y bastaría entonces con utilizar una herramienta de nivel 1, de orientación y bloqueo puntual de contenidos inadecuados. Haciendo un símil con la educación vial, hace 30 años morían 6.000 personas al año en las carreteras en España y ahora afortunadamente esa cifra está en torno a las 1.500 anuales. Aunque las autovías también hayan contribuido a este éxito, una formación actualizada y exigente ha sido crucial en este aspecto, por eso cada vez el carnet por puntos tiene una menor importancia relativa por cuanto cada vez más conductores tienen sus 15 puntos. Virtual Bodyguard quiere ser la “ciberescuela” de nuestros jóvenes en el uso de las nuevas tecnologías en los terminales conectados, para un uso responsable y seguro de las mismas, dónde cada menos jóvenes, y también menos adultos susceptibles, por ejemplo, de implicarse en chantajes a jóvenes de índole sexual, se salten las reglas y requieran de soluciones drásticas.
Madrid, 22 de Octubre de 2018
Valentín Clemente
Coordinador, Soporte y Atención al Cliente
Integra Información y Comunicación, S.L.
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