Este artículo analiza el reto que supone adaptar el modelo de la escuela católica, de valores e identidad, a la realidad cambiante y exigente de la sociedad digital actual. El autor, Cesar Gomez, Director global de clientes SM Educamos, aporta valiosas opiniones y estrategias para conseguir, con calidad y compromiso, que los centros educativos católicos formen a los alumnos como personas que tienen la misión de liderar, construir y transformar el mundo del mañana.
¿Necesito una plataforma de gestión o un ecosistema educativo para transformar mi escuela?
La respuesta la tendremos al final de este nuevo artículo tecnológico que Integra plantea para apoyar a los directivos de las Escuelas Católicas y de las Congregaciones a caminar por el sendero educativo que nos piden los tiempos actuales y los que vendrán.
Empecemos por el principio, aportando un poco de contexto. La pregunta inicial que nos debemos hacer como directivos dedicados a la noble misión educativa sería:
- ¿Mi institución educativa responde, en el momento actual, a la misión para la cual fue fundada?
- ¿Los alumnos que dejan mi escuela salen con las capacidades, habilidades y actitudes necesarias para ser una persona según el modelo que nos propusimos para él desde que entró en nuestro centro?
Si la respuesta está más cerca del “sí” que del “no”, le doy sinceramente la enhorabuena y le invito a que deje de leer este artículo para dedicar este tiempo a otras cuestiones que le hagan descansar, disfrutar o avanzar aún más en su apasionante trabajo educativo.
Si por el contrario tuviera dudas o sus respuestas están más cercanas al “no”, ojalá podamos provocar en estas líneas un inicio de reflexión para poderle acercar, en el menor tiempo posible, al “sí” rotundo ante tales cuestiones planteadas.
Y es que en este mundo en el que todos vamos tan rápido y en el que recibimos tantas “ofertas mágicas y cortoplacistas” para salvar nuestras misiones educativas, es fácil caer a dichas tentaciones y olvidarnos de lo más importante, nuestra misión, nuestra identidad basado en nuestro carisma, nuestro “para qué”. Aquí es donde tenemos que empezar a buscar las respuestas, y no al revés.
Las instituciones educativas de la Iglesia tienen los mejores referentes para buscar respuestas eficaces a los tiempos que vivimos y para adaptarse perfectamente a cada situación. Dichos referentes son sus fundadores y fundadoras, que, en momentos de cambio e incertidumbre, tuvieron la visión y la valentía para crear soluciones certeras a problemas concretos y acuciantes en la época que vivieron.
Estos deben ser nuestros referentes para seguir atinando en nuestro devenir educativo en el momento actual. Por favor, olvidemos las recetas mágicas, las modas pasajeras, las excursiones milagrosas a otros países para copiar metodologías que sólo sirven en determinados contextos y volvamos a nuestras raíces, a nuestra identidad y a nuestra razón de ser como congregación y como escuela, a “nuestro para qué”.
Vayamos a esa fuente y dibujemos desde esa ventana el modelo de persona que, en las condiciones de vida actuales queremos desarrollar en nuestras escuelas. Hagámoslo de una manera íntimamente ligada a nuestro carisma, a aquello que nos diferencia y nos hace significativos y siempre nos ha identificado. No seamos copias baratas sacadas de un “todo a 100 de viajes finlandeses” cuando en nuestra historia y nuestras raíces (cada uno las suyas) tenemos herramientas y propuestas más que de sobra para construir nuestra razón de ser en el mundo actual. Un mundo cambiante, trepidante y maravilloso, como todos los mundos que hemos ido viviendo. Ni mejor ni peor que otros, distinto, y con oportunidades también más que de sobra para soñar con hacerlo mejor tal y como soñaron nuestros fundadores en “su mundo”. Ni más ni menos.
- Por lo tanto, primer paso, definir desde nuestra identidad, desde nuestro carisma, el modelo de escuela que queremos ofrecer a la sociedad para conseguir el modelo de persona que creemos que transformará el mundo que le toque vivir en un mundo mejor.Avancemos en la respuesta que nos plantea la pregunta inicial. Una vez hemos diseñado el modelo de escuela que queremos, estudiemos con cariño en qué momento estamos actualmente, preguntemos a quienes más nos quieren (los alumnos, las familias, los empleados, los vecinos del barrio) y seamos valientes para escuchar lo que nos dice de cuán cerca o lejos estamos de ese modelo de escuela que soñamos para nuestros alumnos en el mundo actual. Escuchemos activamente lo que nos dicen y saquemos conclusiones inteligentes que nos den como resultado uno, a lo sumo, dos vectores de mejora en el que nos podamos concentrar en los próximos 2-3 años para conseguir avanzar significativamente hacia lo que nos hemos propuesto.Optar significar también renunciar, así que, no se preocupe, tranquilo pues tendremos que renunciar a hacer multitud de cosas que podrían ser interesantes, sí, pero que nos alejarán del “foco estratégico” que realmente nos vaya a dejar cerca del modelo de escuela que pintamos en punto 1 de esta reflexión.
- Opte sin miedo y sabiendo que tendrá que renunciar a otras cosas por uno o dos vectores de transformación que realmente le den un impulso hacia el modelo de escuela que busca.Querido amigo lector de los artículos tecnológicos de Integra, hasta aquí la parte más fácil de hacer, ahora entraríamos en la parte más difícil: cómo conseguir que todo eso que hemos pensado y que hemos planteado en bonitos y cuidados archivos de presentación ofimática se hagan realidad y, lo que es más importante, nos haga estar seguros de que nuestro barco está avanzando a buen ritmo hacia el puerto que buscábamos en el primer paso de nuestro camino.Es decir, la aplicación, el seguimiento y la evaluación de las acciones que nos hayamos propuesto son, normalmente, la piedra en la que todos tropezamos. No es fácil conseguir que todas las personas que interactúan en una comunidad educativa remen con la fuerza que necesitamos hacia el rumbo que queremos.
Para esto necesitamos, además de la siempre necesaria ayuda divina, por supuesto, buenas dosis de pasión, de liderazgo, de constancia y sobre todo de cariño hacia lo que hacemos, que de esto vamos más que sobrados. Pero también necesitamos tomar buenas decisiones, pues en este camino, todas las personas tienen que decidir en bastantes momentos y necesitarán de buena información para ello (dicen que los datos es el oro azul del momento y en la educación no nos podemos quedar atrás a la hora de manejar los datos para convertirlos en conocimiento para tomar buenas decisiones).También necesitamos trabajar en red, comunicarnos eficazmente, trabajar juntos, aportar diferentes talentos. En casi todas nuestras escuelas ya trabajamos con los alumnos en aprendizaje cooperativo. No perdamos la oportunidad de hacerlo también a nivel de directivos, profesores y resto de empleados para dar ejemplo y para conseguir que dos más dos sumen más que cuatro.
Bien pues para estas cuestiones que vamos a ir necesitando en nuestro camino hacia la escuela que queremos, nada mejor, hoy día, que aprovechar todas las ventajas que el mundo digital nos ofrece. No seamos tan osados de hacer el viaje gastando esfuerzos en remar a pleno pulmón cuando hay tecnología que nos hace ir mucho más rápido pudiendo dedicar nuestra energías a otras cuestiones de mayor valor que estar dándole a un remo de arriba abajo incesantemente. Aquí es donde cobra valor la inclusión del mundo digital en nuestras escuelas ¡y no antes! No cometamos más el error de creer que incorporar tecnología y copiar metodologías de otros sitios sin más va a transformar nuestras escuelas hacia lo que soñamos. Así lo único que conseguiremos, en el mejor de los casos, serán fantásticas copias de otros colegios que están muy lejos de nuestra identidad, nuestro carisma y nuestra realidad concreta, acercándonos bastante a un precipicio del que será difícil salir.
- Una vez tenemos claro el modelo de escuela que queremos y los vectores de mejora que necesitamos trabajar, usemos los beneficios que nos da el mundo digital en el que vivimos para ponerlos al servicio de nuestros objetivos. Construyamos un “Ecosistema Educativo” en nuestras escuelas que realmente esté orientado a reforzar nuestra identidad y hacernos cada vez más diferenciales y significativos, que nos ayude a conseguir los objetivos que nos hemos marcado en esos vectores de mejora apuntados en el punto 2 y que nos hará ser percibidos como escuelas de mayor calidad y, por supuesto, un ecosistema que nos ayude a ser sostenibles económicamente en el tiempo.Este ecosistema educativo digital debe ayudarle a hacer realidad su plan estratégico. Por eso el ecosistema debe ser flexible, pues debe adaptarse a cada colegio y a cada identidad, y no al revés. También debe ser abierto, para que se puedan incorporar todas aquéllas soluciones que sean interesantes para cumplir mis objetivos y puedan integrarse de una manera consistente y ágil. Y por supuesto, debe ser un ecosistema vivo, que esté en constante evolución para todo lo que vayamos necesitando en un mundo tan cambiante.Y esto normalmente no podemos hacerlo solos. Vivimos un mundo colaborativo y hemos de buscar aliados que nos ayuden en este camino. Sabiendo que detrás de todo esto están los consabidos “datos”, busquemos aliados (partners que no proveedores) que nos ofrezcan todas las garantías y toda la confianza para guardar y tratar dichos datos. Que no vendan nuestro “oro azul” al mejor postor por un puñado de monedas y que realmente sean éticos con lo que tiene entre manos.
Llegando ya al final de nuestro artículo, querido lector, respondamos a la pregunta que daba título al mismo, ¿necesitamos entonces una plataforma de gestión o un ecosistema educativo para transformar nuestras escuelas? Parece que queda claro que, en el mundo actual, las plataformas de gestión sólo nos ayudan a realizar procesos adecuadamente, a ahorrar tiempos y ser más eficaces, pero esto no es suficiente para el reto que tenemos entre manos. Un “ecosistema educativo digital”, siempre que sea abierto, flexible y vivo, se adaptará a mis objetivos estratégicos e integrará todo lo que sea necesario para conseguirlos, dando mucha importancia a la analítica de datos, al seguimiento de los proyectos, a la colaboración y al trabajo en red entre todos los colegios de una misma congregación y, en definitiva, será ese aliado del mundo digital actual que necesitamos para hacer realidad nuestros propósitos.
Y esto es en lo que, desde la alianza con Escuelas Católicas, Integra y SM han evolucionado «Educamos», el modelo de Centro TIC de Escuelas Católicas para convertirlo en un ecosistema educativo digital abierto, flexible y vivo.
Queremos seguir siendo sus aliados para que las escuelas católicas sigan siendo tan significativas como lo soñaron sus fundadores en este siglo XXI en el que estamos viviendo.
Madrid, 14 de Enero 2019
César Gómez León
Director global de clientes SM Educamos
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