Seguramente hayamos escuchado este término en más de una ocasión, y es que lleva entre nosotros mucho tiempo, y lo que le queda…
La obsolescencia programada, o también llamada obsolescencia planificada, hace referencia al final de la vida útil de un producto tras un periodo de tiempo estipulado por el fabricante. En resumen, el fabricante decide cuando se te va a romper la televisión, el coche o el frigorífico.
Podemos definir el origen de la obsolescencia programada en 1924, cuando los principales fabricantes mundiales de bombillas: Phillips, Osram o General Electric, entre otros, se reunieron en Ginebra para acordar una limitación de la vida útil de sus bombillas a 1000 horas, en lugar de 2500 que alcanzaban hasta entonces.
Tras este contexto inicial, ya os imaginaréis que la obsolescencia no es más que una estrategia comercial para que el consumidor se va obligado a seguir adquiriendo productos nuevos cada cierto tiempo. Y esto, en cierto modo, es algo lógico que favorece el desarrollo de la economía. La pregunta es ¿hasta qué punto es sostenible este sistema? Tanto por el propio consumidor como para el medio ambiente. Hablaremos de esto más adelante, pero antes, quería poneros un par de ejemplos curiosos donde la obsolescencia está muy presente.
Apple, una de las mayores y más ricas empresas del mundo tiene abiertas varias demandas por la ralentización premeditada de sus smartphones. Apple admitió que los modelos más antiguos de IPhone se ralentizaban a través de actualizaciones de software, aunque afirmó que esto se debía a la disminución del rendimiento de la batería; precisamente éste es otro de los componentes que es cada vez más difícil y caro cambiar en nuestro teléfono, ya sea de Apple o de cualquier otro fabricante.
¿Y qué pasa con las impresoras? Esto da para un artículo entero. Compras una impresora por un precio relativamente bajo, pero luego vienen los disgustos…A los dos o tres años, que casualidad oye, cuando se termina la garantía, aparece misteriosamente un error que deja inutilizable el aparato. Y eso sin contar las dificultades para encontrar cartuchos compatibles; incluso los hay que incorporan un chip para desactivarlos cuando les queda poca tinta, para que pases por caja más a menudo.
Y podríamos seguir relatando ejemplos de obsolescencia programada, como ocurre con los libros de texto, vehículos, incluso ropa, porque esta práctica no solo se aplica a dispositivos electrónicos, pero el artículo se haría demasiado extenso.
Lo que sí está claro es que la obsolescencia planificada trae consecuencias.
En primer lugar, tanto fabricar como desechar el producto, sobre todo si hablamos de un aparato electrónico, tiene un fuerte impacto ambiental. Por un lado, son necesarias materias primas, destacando las tierras raras, que son escasas y de difícil extracción; y por otro, los residuos que dejan al desechar el producto, muchas veces mal gestionados por las empresas, que aprovechan vertederos internacionales para depositar los residuos sin ningún control ni tratamiento para su eliminación.
Pareciera leyendo este artículo que todo fuera culpa de las empresas fabricantes, pero, ¿cuánta culpa tenemos nosotros?
Es importante comentar, también, que nosotros formamos parte de este círculo. Cambiamos lo que tenemos por cuestiones de estilo o moda. Nos compramos ropa nueva porque la del año pasado ya no se lleva, compramos un nuevo Smartphone porque el de este año hace mejores fotos o simplemente es el último modelo.
En este sentido, los consumidores podemos hacer cosas para hacer frente a la obsolescencia programada, como buscar garantías ampliadas, comprar productos cuya reparación sea factible y la búsqueda de repuestos más sencilla, no dejarnos llevar por impulsos cuando salen ofertas de productos que tal vez no necesitemos, etc.
Y es en este punto donde me gustaría destacar el valor diferencial de empresas como Integra Información y Comunicación, S.L. Como sabéis, ofrecemos equipamiento informático adaptado a las necesidades de nuestros clientes: ordenadores, dispositivos de red, licencias software. Pero nuestro valor no está únicamente en vender el producto, si no en maximizar la durabilidad de la obsolescencia con un mantenimiento correctivo y preventivo. No solo te vendemos un ordenador, podemos instalarte el sistema operativo, las herramientas que necesites, darte soporte cuando tengas un problema, cuando necesites actualizar un componente, para así alargar la vida útil del producto.
Para poner punto y final al artículo me gustaría comentar que el Parlamento Europeo ha aprobado una serie de demandas para establecer un marco legislativo que obligue a los fabricantes a facilitar la reparación de los productos, que las actualizaciones informáticas sean reversibles y no provoquen una disminución del rendimiento, reducir los residuos y apostar por el diseño sostenible y, en definitiva, fomentar el uso prolongado del producto.
Parece que vamos por el buen camino, pero todavía queda mucho por hacer.
Madrid, 1 de junio de 2022
Javier Calvo
Ingeniero de Sistemas – Dpto. de ISP y Seguridad
Integra Información y Comunicación S.L.
Artículos relacionados
1 de noviembre de 2024
25 de octubre de 2024
2 de octubre de 2024
18 de septiembre de 2024