En el deporte, se selecciona a entrenador y deportistas en función de sus capacidades y en relación con unos retos y unas posibilidades económicas. Se calculan los gastos en los que se incurrirá y los ingresos previstos. Por si esto fuera poco, una vez metido en competición, el entrenador estudia a sus rivales y, según lo observado, propone a los deportistas a su cargo una forma de enfrentarse a ellos. Además, establece fórmulas generales de entrenamiento e incluso específicas para casos necesarios. Es decir, existe una planificación estratégica general por parte de la organización que prepara el entorno de acuerdo a las necesidades, posibilidades y objetivos. Y luego, aparece una planificación más operativa y ágil que responde al día a día con entrenadores y deportistas.
Estrategias de planificación semejantes encontramos en diversos órdenes de la vida. En empresas, política, e incluso educación. ¡Nadie dirá que nos quedamos cortos de planes en educación!: El entorno educativo es consciente, más que nadie, de la importancia de establecer planificaciones con diferentes niveles de concreción que vayan adaptando ideas generales a necesidades y realidades más concretas. Observamos que la planificación nos ofrece múltiples ventajas, como la oportunidad que nos brinda de poner en común diferentes concepciones e ideas, prever recursos, establecer líneas de acción comunes, mejorar la coordinación, etc. Ponemos en marcha planes de mejora que tratan de abordar problemáticas concretas de nuestro entorno, iniciamos planes de calidad que nos guían hacia la excelencia… Pero ¿qué hacemos para incorporar las tecnologías en nuestro centro educativo?. Por lo general, nos limitamos a comprar equipos y, en el mejor de los casos, a organizar alguna acción formativa para el profesorado. La aplicación de los recursos TIC se deja a la buena voluntad del docente; las instalaciones y las compras se hacen en función de impulsos sobrevenidos de impresiones, apreciaciones y subjetividades individuales. ¿Por qué elaboramos planes de mejora de determinadas competencias, del rendimiento, de la enseñanza de idiomas, e incluso de las instalaciones, pero no consideramos un Plan TIC?

Hemos sido testigos (ya en demasiadas ocasiones) de cómo los colegios compran aparatos que quedan olvidados en un rincón sin utilizar, instalan redes mal diseñadas que no sirven para sus propósitos, del desconocimiento por parte del profesorado de cómo aplicar la tecnología, de la desmotivación y desgana de ciertos sectores del claustro, etc. Para garantizar el éxito de la implantación de las tecnologías en nuestro centro debemos ser conscientes de qué queremos lograr (y en qué medida), en cuánto tiempo, cuánto podemos invertir, cómo lo financiaremos, cómo formaremos y motivaremos al profesorado, qué debemos prevenir, y demás cuestiones que influyen directa o indirectamente en el proceso. Y esto es un Plan de mejora (en TIC, pero un plan de mejora como el resto).
Algunos colegios ya han iniciado sus primeros pasos en el diseño de un Plan TIC que establezca prioridades, organice y coordine las acciones, proponga soluciones y permita un seguimiento de su evolución. No obstante, en los últimos tiempos, las diversas instituciones (Congregaciones, Fundaciones, Provincias Canónicas, etc.) han detectado las ventajas de acordar estrategias institucionales comunes para la preparación y puesta en marcha de diversos planes. Una estrategia global, además de conseguir las evidentes ventajas económicas, mejora la coordinación, permite trascender, permear ideologías y formas de hacer desde la Institución hacia los centros docentes y, por si fuera poco, el esfuerzo común que supone y mejora las relaciones internas, estableciendo lazos de unión entre participantes y de éstos con la Institución.

Evidentemente, este tipo de organización institucional también tendrá sus ventajas si se utiliza para la incorporación de las TIC. Los equipos informáticos e infraestructuras son aún excesivamente costosos económicamente, pero una propuesta global a una única empresa hará que su oferta económica pueda ajustarse más. También se facilitará el diseño del Plan TIC de cada centro, pues al marcarse unas pautas generales, un marco común de actuación, cada colegio no tendrá más que ajustarlo a sus especificidades, a su realidad concreta. Este marco general, a su vez, estará dictando unas normas de actuación coherentes con la ideología y carácter propio de la Institución por lo que destilará su estilo propio. Se mejorará la coordinación, pues las estrategias serán comunes y, por tanto, también las herramientas que se establezcan. En definitiva, si estamos convencidos de la importancia del diseño de un Plan TIC, ¿no será más efectivo programar antes un Plan TIC institucional que sirva de referencia común a cada Plan TIC de cada centro escolar?

Ahora bien, a pesar de que estas ventajas quedarán patentes, no garantizaremos el éxito de nuestro plan si a él no le añadimos el ingrediente fundamental: el liderazgo de los equipos directivos, tanto de cada centro docente, como de la Institución. El simple hecho de dejar por escrito qué se debe hacer y cómo hacerlo ya dará sus frutos, pero si se deja en manos de la buena voluntad de cada uno, si no hay un seguimiento de su evolución, lo lógico es que vaya apagándose poco a poco. El equipo directivo debe implicarse en el diseño y seguimiento de la evolución del Plan TIC de su centro o de su institución para servir de motor, es decir, organizar, decidir, proponer, distribuir tareas, supervisar el trabajo, alentar en los momentos difíciles, etc. En muchas ocasiones el desconocimiento sobre las TIC, promueve un gran error: el alejamiento por parte de los equipos directivos, «dejando hacer» a quienes saben mucho de tecnología, pero poco de organización del centro escolar, a quienes no tienen capacidad de decisión ni visión global, pero son cercanos a las tecnologías. Los equipos directivos deben concienciarse de que la implantación de las TIC es un Plan más, del que no es necesario ser experto; «solamente» se debe dominar la toma de decisiones, la distribución de las tareas y su seguimiento. Los directivos deben ser asesorados por los expertos, pero no deben dejar el peso del trabajo en ellos, ni mucho menos las decisiones.

En resumen, lo más recomendable es la elaboración de un Plan TIC institucional que sirva de marco general para el posterior diseño de un Plan TIC del centro escolar que concrete las generalidades del anterior. Para poner en marcha el primero se requiere de la implicación y trabajo del equipo de coordinación de la Institución y para el segundo, la implicación y trabajo de los equipos directivos de los colegios.
En Educ@mos somos conscientes de que las características del entorno y su novedad requieren en muchas ocasiones una ayuda externa, una asesoría, un acompañamiento que aconseje y promueva el proceso. Por eso, ofrecemos lo que los expertos denominan ahora «couching», o «entrenamiento personalizado». Volvemos al símil deportivo, puesto que son de actualidad los entrenadores personales que adecuan el entrenamiento a las características propias de un único deportista, en lugar de orientarse a un grupo. Así, le orienta en el trabajo que debe hacer según sus capacidades, dificultades, necesidades… De la misma manera se orienta el trabajo de diseño del Plan TIC institucional que propone Educ@mos. Un proceso en el que orientamos nuestro trabajo a la realidad concreta de cada Institución y que aconseja a los equipos directivos cómo proceder en su trabajo. Para ello, comenzamos con un diagnóstico de la Institución, continuamos con un trabajo de diseño en común y concluimos con la entrega del plan TIC institucional definitivo que deberá ser concretado por cada colegio y puesto en marcha con posterioridad por los centros y supervisado por los equipos directivos.

Rodrigo Ferrer García.
Director Pedagógico de educ@mos

5 de Noviembre de 2010